VISITAS

domingo, 13 de abril de 2014

Aquel verano del año 1997…


San Vicente, Buenos Aires. El mejor verano de mi infancia: un polideportivo (manejado por mis papás), días enteros sin parar andando en bicicleta (todo el día en bicicleta), tardes a muchas risas y con mis amigos de allá.

San Vicente tenía magia. De repente, todas sus calles pasaron a resultarme familiares. Todo lo de allá: la plaza, la iglesia, los supermercados, las calles de tierra. Estaban todas las casas de mis amigos grabadas en mi memoria. El recorrido era siempre igual: levantarse temprano, llegar tipo 9 hrs. a la casa de Vane y Jesi, desayunar con toda su flia, agarrar la bici y salir por todo el pueblo con Vane a dar vueltas y vueltas sin ningún sentido ( creo que a esa edad el significado era mucho). Si que me habrán dolido las piernas! Yo siempre la llevaba a Vane…pero era lo más divertido, sobre todo las veces que nos caimos en avenidas,) sin que Lidia sepa (la que se armaba sino!). A eso de las 22hrs. nos despedíamos y yo volvía a dormir al club.


Pieza en donde dormíamos con mi flia...

Los tres meses de ese verano, fueron los mejores meses (y me arriesgo a decirlo) de toda mi infancia.

El grupo de amigos que me había hecho, me hacía sentir muy querida, Tanto fue así que la idea de empezar el colegio devuelta me ponía tan mal (era inminente la vuelta a capital)…

A esa altura, yo ya quería vivir en San Vicente...

Empezaron las clases. San Vi me recibía solo los fin de semana. Los viernes no llegaban más!!. El sábado a primera hora estaba en lo de mis amigas: Vane y Jesi. Y ahí arrancaba otra ronda de vueltas en bici.

Con la llegada del invierno, creíamos que no podríamos soportar estar tantas horas paseando, sin embargo, nada parecía un impedimento.

En el 98, mis papás tuvieron que dejar ese polideportivo (la cosa no estaba funcionando), así que agarraron un buffet a unas cuadras de ahí: seguíamos en San Vi todos los fines de semana.

Después de casi 2 años, mis idas a esa localidad empezaron a flagelar, uno va creciendo y va queriendo estar en todos lados a la vez, mis amigos acá, allá…y empezamos a distanciarnos. Decidí enviarles una carta por medio de mi padre (el seguía allá en San Vicente). La verdad que no quería perder el rastro de mis amigas. Tuvimos momentos muy lindos, y quizá la distancia podía acortarse con cartas (todavía no había ni celular, facebook, ni nada de todo eso). Nunca recibí respuesta. Creí que se enojaron y dejé pasar los años…

Hace un tiempo, y como muy repentino, empecé a indagar en redes sociales y conocidos que quedaron allá sobre sus vidas. No había manera de encontrarlas. ¿Cómo reconocerlas? Capaz vi sus fotos miles de veces en facebook pero después de 17 años, ¿Quien está igual?.  Así que dije: voy a buscarlas.

Decidí pedir compañía a un amigo. Le conté la situación, mis miedos, porque…todo bien pero ¿y si me decían…hola Laly, que tal…chau? ( emmm….sí soy Laly allá). Claro, si verme era un “para qué despúes de tanto tiempo venis?”…aún así, quería verlas.







Así que agarramos auto…y a la ruta.

Era un poco tarde pero...lo espontaneo tiene mayor emoción, ¿no?.








Entrando a San Vicente, no miento, el corazón me palpitaba a mil. Quise pasar por el club..después de todo, viví muchas cosas ahí, antes que nada se merecía que lo visite. Entré…




Recorrí todo el lugar, estaba distinto (uno cuando es chico ve todo más grande), la pileta, el quincho, mi casita (la pieza), los vestuarios, la enfermería (que ya no era enfermería), las canchas y el olor a césped
 seguían ahí…Así que después de esa visita, era hora de ir rumbo (de memoria) a la casa de las chicas…




“Seguí derecho por acá…tenemos que salir a su casa”. Le dije a mi amigo. Hasta que finalmente llegamos. Frenamos la camioneta en la esquina. Doy dos vueltas antes de tocar el timbre (estaba muy nerviosa). Tomo valor...y toco timbre.


-          Hola señor, disculpe la molestia. Acá vive Lidia? (Lidia es la madre de las chicas).
-          Si…espera un segundo. Lidiiiiiaaaaaaa (la llama).

(Mi corazón empezó a latir más fuerte. ¿Me reconocerán?)

-          Hola, si? Me dice Lidia.
-          Ah! Hola, no pero vos no sos la Lidia que busco. Disculpen que los moleste, busco a….

Paso a contarle toda la historia a la pareja que aparentemente vivían en la casa en la cual dormí millones de veces, desayuné, almorcé y pasé tardes enteras con Lidia, Vane y Jesi. De muy buena manera, el señor me cuenta que ellos recuerdan a esas chicas, que se mudaron, que no tienen datos concretos…(mi desilusión) pero que conocen a alguien que puede saber…así que el señor agarra un celular y llama a un tal Marcos para contarle la situación…

Al colgar me informa que ellas viven “cerca del tanque”. Nos invita a pasar a la casa para dibujarme un plano así nos es más fácil llegar:
No sé leer mapas. Si no fuera por mi amigo...

Agradecidos, nos despedimos con un beso…y fuimos para "el tanque". Cerca de mitad de cuadra (punto objetivo según las indicaciones del anfitrión), veo a una chica de espaldas “Esa es Vaneeeee!!” dije. Abro la puerta (totalmente loca) y cuando le estoy por gritar, me doy cuenta que no era. Aprovechando el papelón, decidí preguntar si en la cuadra conocían a las chicas y me informán que se mudaron a la calle ESPAÑA 252. 

Mirando a mi amigo, sin decir más, encaminamos para ese lado.

Llegamos a un Kiosko. Preguntamos lo mismo que en las ultimas dos casas. La chica muy amable me dice que conoce a una Vanesa, que vive en la otra cuadra…que vaya. Con el corazón en la boca (por x cantidad de veces a esa altura) toque timbre a todas las casas de la cuadra. No tuvimos éxito en ninguna. Ya me empecé a deprimir.

Ya no sabía a donde ir....
Pero estando ahí no me iba a rendir. Decidí usar mi memoria para ir a las casa de algunos amigos y ver si a través de ellos llegaba al blanco. Ninguno atendió, seguramente se alejaron de San Vicente. Quedaba una sola alternativa: visitar a la ahijada de mi mamá.
Ella vive hace muchos años ahí, capaz conoce a alguien que me facilite información.

Arrancamos a ver a Adriana…
Ella me dice que no se acuerda, pero que capaz el chico que venia caminando allá (la verdad yo no lo veía, pero se ve que ella sí porque salió a correrlo) tenía información. Este chico, le dice que Lidia se llamaba Moyano de Apellido, que pregunte en la casa de la otra esquina donde viven sus sobrinas. Con esta información…toqué timbre. Era mi última esperanza.


Sale de la casa una nena, apróx. unos 10 años de edad (la misma edad en la que viví en San Vicente). Me asombró lo parecida a Vane que era. Le dije “¿Sos la prima no?, sí. (Contestó). Mi tía vive en….(me dice como llegar). Ahí si. Ya llegaba. Ellas seguro pero seguro que no se habían ido de San Vicente. Encaramos para ese lado…otra vez miles de preguntas por mi cabeza. ¿Y si me siento una tarada?, ¿Y si no significa nada para ellas volver a verme?...pero ya estaba ahí. Yo quería intentarlo.

“Es esta casa”, me dice mi amigo. Un nene jugando a la pelota en la puerta. Bajo y le pregunto: “discúlpame, acá vive Lidia Moyano?”. “Si, abuelaaaaaa te buscan” contesta.

- ¿Abuela? ,Tuvieron un hijo entonces!!...
“Si?”…Lidia..soy yo. Laly, te acordas?. Y la cabeza me carburo a mil…hasta que:
-“Lalyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!, Vanesaaaaaa Laly!!!”.

Después de 17 años volví a ver a las tres: a Vane, Jesi y Lidia.

Nos invitaron a pasar. Nos abrazamos, tomamos unos mates y nos pusimos al día de nuestras vidas. Esa carta que nunca respondieron, en realidad fue que nunca me llegó. Ahí Vane me contaba que iba a ser mamá a los 14 (me hubiera gustado estar). Es común que a mi papá se le traspapelen las cosas…y yo pensando que “estaban enojadas”.

El tiempo paso…ahora tenemos cubiertos todos los medios por los cuales contactarnos, esta vez no se nos puede pasar!!!.

Recordando tantas anécdotas, vivencias, sellamos el momento con esta foto:


Gracias a mi amigo Ariel por la foto

Siempre hay lugares que la gente lo hacen lindo, pero sobre todo: personas lindas que no hay que olvidar. Feliz de encontrarlas!

Después de 17 años volvemos a estar conectadas…en pocos días vuelvo a San Vicente.

Espérenme.


Gracias por todo!!